Chau esperanza. Hola resignación.

¡Qué felicidad!, ¡qué infelicidad!. Ambas, las dos, las siento ahora. Felicidad porque hoy es un día nuevo, es el día en que llego a escribir mis queridas 100 antradas. Ya pasó un año y seis meses desde que me decidí a escribir y siento que no cambié en nada, sigo sintiendo lo mismo que hace unos años atrás con la diferencia de que ahora el sentimiento va quedando en su etapa final.
Qué infelicidad me da saber que a pesar del mucho tiempo que pasó jamás me pude arriesgar, soy cobarde y moriré así. Ahora solo queda la resignación, no quiero tenerlo más acá. No está pero siempre se hace presente, no es justo para mí.
Traté de olvidarlo, lo estoy consiguiendo pero pasé por tantas. No puedo creer que me quedé en el tiempo, los años pasaban y yo seguía pensando que algún día nos ibamos a encontrar pero no, nunca pasó y siempre siempre salí defraudada.
Las típicas noches en que una se viste bien con la esperanza de verlo, caminatas por las calles pensando dónde estará, qué pasaría si lo llegará a cruzar. Vivir pensando en qué hace, vivir por él y no por mi eso no es vivir. Mi cruda realidad empezó, me despojo de los sueños y que la vida me sorprenda. Será él que se pierda, hoy yo me encuentro.
Aclaro que no estoy pesimista, soy realista. Fui 11 años optimista, hoy me declaro resignada.